La luna llena de Jueves Santo

El contexto cósmico de la Pascua judía y cristiana es el plenilunio de primavera. Al amparo de la luna llena, todo brota de nuevo. Nadie se pregunta cómo fue posible porque la naturaleza expresa el misterio de la vida, la belleza de todo lo que escondido en la noche y en la tierra ha aparecido ahora en todo su esplendor. La verdad plena de lo acontecido en tantos días oscuros, en tantas lluvias y vientos…se hace ahora evidente en el nuevo nacer a la vida que crece y no se detiene ante las miradas inertes de tanta gente que no contempla que todo ha tenído sentido: la vida está llegando, llega, está.
Contexto vital, cósmico, histórico. Los discípulos preparan la sala y siguiendo el Ritual Judío (según los Evangelios Sinópticos parece ser así) Jesús preside la mesa, oran, comen, cantan. Pero sus miradas se paran en Jesús: pan nuevo, vino nuevo. Dice que es Él, triturado, exprimido hasta el final. Soy yo: «Tomad y comed.  Tomad y bebed» ¿Dónde terminará esto?, ¿qué hace? Lo que para nosotros parece evidente, en ellos se incorporó a su experiencia con asombro y desorientación… ¿qué pasará?
Y siguiendo a S. Juan, la mesa se agranda… y quien invita, sirve. Y Jesús lava los pies ante la incredulidad de todos, de Pedro: ¿qué hace? ¿por qué si esto es propio de esclavos, de criados? El Maestro, sirviendo.
Y la luna sigue ahí, grande. Iluminando el misterio. Desasosiego, gentes, cenas, banquetes, persecución. El silencio de la noche, cuando la amistad sabe a pan y a hogar; a traición y besos robados. Hora Santa en silencio. El pan, el vino. ¿Qué haces, Señor? ¿Dónde estás?, ¿dormiremos? La Liturgia une la Cena Pascual y el Lavatorio de los pies. Es el mismo Cristo quien preside y sirve, y se entrega en comunión para nosotros.
La liturgia de la Iglesia pide estos días aprender a contemplar. No podemos vivir estas celebraciones como siempre. ¿Cómo te encontrará Él? La Pascua pide de nosotros todo, si alguna vez hay que profundizar nuestra amistad con el Señor, es ahora. Contemplemos, celebremos, dejemos que Él nos acompañe ¿o le acompañaremos?